La voz del pesimista es muy peligrosa.
Y, por desgracia, está siempre presente en nuestras mentes.
Ella frena nuestros mejores esfuerzos.
Para acallarla, es importante que reflexionemos sobre:
¿Qué está bien y qué mal?
Tengo un amigo que es músico.
Una noche, después de presentarse en cierto restaurante, calificó automáticamente la noche como un fiasco.
Yo había presenciado su acto y no había tenido problemas de ejecución.
Pero él se regañaba a sí mismo.
Decía que no había obtenido la respuesta que deseaba de los asistentes.
Todo lo veía mal.
Entonces se me ocurrió hacerle la pregunta que hice párrafos atrás.
¿Qué está bien y qué mal?
Y la contesté con esta otra pregunta:
¿Sabías que el tango era visto como música vulgar en sus inicios,
que Boticelli habría dicho que las flaquísimas modelos actuales son feas
y que las novelas de Gabriel García Márquez fueron consideradas, alguna vez y por más de un editor, impublicables?
La definición de lo que está bien y correcto siempre ha sido relativa.
Depende del tiempo, la circunstancia y la persona que juzgue.
La voz pesimista es egoísta porque cree que todo gira alrededor de él.
En otras palabras, en vez de pensar que siempre estamos mal, pensemos si nos adecuamos o no a lo que nos rodean.
Además, a los pesimistas no les falta alguien que los consuele.
Y eso acaricia su ego.
Los alivia de la necesidad de aprender y evolucionar.
No caigas en el juego del «pobrecito».
Si deseas ser escritor, tendrás que afrontar muchas opiniones adversas.
Tu obra tendrá la suficiente fuerza para superarlas siempre y cuando te dejes influir por el otro.
En la siguiente entrada, hablaremos del PERFECCIONISTA.
Hasta luego.
Carlos Oriel Wynter Melo 