En los años sesenta coincidieron dos estudios sobre comportamiento humano.
Uno fue llevado a cabo por la Universidad de Ohio y el otro por la de Michigan.
Ambos estudios decían que los líderes utilizaban dos motivaciones para mandar:
El lado humano.
Y los objetivos perseguidos.
El lado humano consiste en conocer la psicología de las personas para dirigirlas.
Mientras que los objetivos perseguidos, como su nombre lo dice, se enfoca en hacer que las tareas asignadas sean cumplidas.
(Advierto que no estoy usando los términos exactos de estas investigaciones)
La voz que llamamos EL JEFE es comparable a la segunda motivación.
En nuestra mente hay una voz que insiste en que cumplamos una tarea tras otra.
Solo la satisface la labor completada.
Te dice que debes depositar en el banco el dinero de la renta.
Que debes ir al supermercado antes del viernes.
Que debes aumentar tus ventas este mes.
Como dijimos en la entrada pasada, no podemos decir que estas voces carezcan de lógica.
Aseguran lo necesario para el diario vivir.
Pero, si deseas PENSAR profundamente y escribir, tienes que ser tú quien domine las voces.
Y no dejar que ellas te dominen a tí.
Lo primero, es aceptar que existen y observarlas.
A cada actividad le corresponde su momento.
No te enredes en deberes cuando estés siendo creativo.
Organiza tu mente para que cada idea aparezca pertinentemente.
Un truco es insistir en la creación del hábito de PENSAR.
Una vez al día, reserva una hora para estar contigo mismo y darle vueltas a ideas que estés desarrollando.
Además, no falles en los otros cuatro hábitos sin los cuales no podrás escribir un libro.
En la siguiente entrada estudiaremos la voz que llamamos EL PESIMISTA.
HASTA PRONTO.
Carlos Oriel Wynter Melo 