Imagen de la presentación de los 25 secretos literarios, tras cinco años de la elección. En la fotografía, Nona Fernández, Ulises Juárez, Enrique Planas, Giovanna Rivero, Fabián Casas, Carlos Wynter y Luis Miguel Rivas.
Hace pocas horas aterricé en Panamá después de haber participado en la feria del libro que con más ardor atiende al lector, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Más de una vez, resulté atropellado por un mar de jóvenes que buscaban acercarse a libreros llenos y, finalmente, a libros interesantes, y esa es la mejor señal de éxito en una feria de esta naturaleza. ¿Que si fortalece los hábitos de lectura? Acerca personas y libros, fija en las mentes la importancia de leer, impulsa el paso siguiente de quien busca hacerse mejor bibliófilo. Así que sí. Montones de personas funcionan coordinadamente como una unidad para que tan asombrosa maquinaria logre sus objetivos.
Y hablando de unidad, como siempre que nos sometemos a nuevas experiencias, es imposible hacerse preguntas sobre el entorno más inmediato, el país de uno, y, en realidad, sobre uno mismo. Estas son algunas de las interrogantes que me asaltaron, las cuales apuntan, curiosamente, a una sola respuesta.
- Algunas voces se alzaron para pedir mayor participación de escritores panameños en la feria y, ¿saben qué?, tenían razón. Pero tal solicitud era incompleta. Tengamos en cuenta que hablamos de la feria más importante del mundo en cuanto a eventos públicos, y, por supuesto, esta impone requisitos sensatos pero inflexibles: escritores con presencia editorial en diferentes países, reconocimiento internacional y el aval de críticos aptos. ¿Cuántos escritores panameños se apuntan? ¿Silencio? No es solo contar con más escritores nacionales, sino contar con más escritores nacionales idóneos. Esto es un verdadero reto para Panamá porque nuestro sistema no se basa fuertemente en los méritos, sino, más, en las decisiones subjetivas. ¿Cómo cambiar? La respuesta es más abarcadora de lo que podría pensarse: hace falta orquestar una estrategia nacional; fortalecer educación y cultura; impulsar la participación de medios de comunicación; integrarnos con seriedad a Centroamérica y con el resto del mundo; en fin, hacer de Panamá un país nuevo. Tenemos que unirnos en pos de un objetivo más grande que nosotros.
- Nuestro cuerpo consular me hizo saber que los estudiantes en Guadalajara habrían querido más libros en el anaquel nacional. El guante de la queja parecía quedarme porque, además de escritor, sí, soy editor. ¿Cómo no estar de acuerdo con el natural deseo de estos universitarios? Fui estudiante en Guadalajara, o, dicho de una manera más estremecedora, fui joven en una ciudad extranjera, y comprendo lo inflamado que puede ser el orgullo patrio cuando se deja el lugar que te ha visto nacer. Todos queremos tener una patria grande, aunque no todos sabemos cómo se come eso. ¿Qué habría que contestar a estos rebeldes con causa? Si Panamá está representado en la FIL Guadalajara con menos libros que, por ejemplo, Argentina, no es culpa de quienes hicieron los pocos libros que están presentes, sino de los que no contribuyeron, de una manera u otra, a que estos libros se multiplicaran. ¿Más iniciativas editoriales del estado? ¿Más promoción de la lectura? ¿Más lectores de obras nacionales, comenzando por uno mismo? Por supuesto. Tenemos que unirnos en pos de un objetivo más grande que nosotros.
- Y guardé esta inquietud para el final. La cereza del pastel. Quiero hacer un reconocimiento a la encomiable labor del Instituto Nacional de Cultura. Tras un debate sobre la necesidad de formación literaria, se impulsó la creación de talleres. Además, la participación panameña en la FIL de Guadalajara, en gran medida, descansó en los hombros de esta institución. El INAC se está esforzando. Pero necesita que lo ayudemos. A mí me enseñaron, desde niño, que lo grande se logra poco a poco, y con la mayor participación posible. No es solo llevar a cabo un programa formativo, sino saber para qué lo estamos llevando a cabo, quiénes necesitan apoyar un esfuerzo así y qué necesitamos hacer después para que lograr efectos duraderos. ¿Qué pasará con los escritores prometedores que cursen los estudios del INAC? ¿Cómo podrán publicar sus libros? Y una vez existan estos libros, ¿dónde encontrarán lectores? Es un entramado complejo que no compete solamente al INAC. Lo ideal sería hacer redes que relacionen editoriales privadas con esfuerzos estatales, escritores con gremios libreros, iniciativas culturales con turistas, consumidores de cultura con productores de cultura. Puede adivinarse la respuesta final. ¿O no? Tenemos que unirnos en pos de un objetivo más grande que nosotros.
Ojalá este artículo despierte la reflexión y no el ruido de quienes desean ser vistos, escuchados, solo porque sí, solo porque son ellos, solo porque creen merecer más atención de la que tienen. Ojalá se sacrifiquen los egos propios en pos de un objetivo colectivo mucho más importante.