El abogado del diablo y los disturbios recientes en Estados Unidos.

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Llevo días pensando un concepto. Sin duda podría ser base para una serie televisiva o un guión de canal de youtube. Va de acuerdo a estos tiempos en que no hay certezas sobre lo que está bien.

El moderador del programa defendería lo indefendible. Por ejemplo, el llamado panasegundo (el cortísimo tiempo que tarda un automovilista panameño en sonar la bocina cuando cambia la luz del semáforo). El juicio obvio es que el ruidoso peca por impaciente. Pero el abogado del diablo, nuestro presentador, diría: NO. El culpable es quien se demora. ¿No es su única responsabilidad reaccionar oportunamente cuando el semáforo cambia? No debe limarse las uñas. Ni mirar su celular. Solo debe, señores, estar atento a la aparición de el círculo verde y luminoso, y recomenzar su marcha. Solo eso.

Y este argumento puede tenerse como lógico y correcto, claro que sí. Convence.

La grandeza de la serie, sin embargo, implicaría llevar a las personas a límites morales. Eso aumentaría el rating. Qué tal si exploráramos temas más escabrosos.  Digamos, el robo. ¿Es igual de terrible robar cuando se tiene hambre a robar por pura codicia?

¿Qué tal si alguien asesinara por amor, para defender a una persona del peligro? ¿Sería igual que un acto de psicopatía? Salvaguardar del peligro a la persona amada, ¿quién podría decir que no merece la pena?

Quizás estos espectadores hipotéticos se sentirían liberados en sus más bajos instintos. Podrían convencerse de que los pecados son meras circunstancias; después de todo, lo dicen en la tele, o en el internet. Las malas costumbres y faltas acabarían siendo absolutamente relativas. Dale Carnegie ya lo anunciaba en su libro más célebre, Cómo hacer amigos e influenciar a las personas, si Al Capone se consideraba un benefactor de la sociedad, por qué habrían de sentirse culpables las personas que vemos todos los días, seres muchísimo más comunes, de sus falencias.

No obstante, más allá de nuestro programa inventado y su éxito casi seguro, aunque sí hay una relatividad en los juicios, nadie escapa de una verdad eterna: no podemos dañarnos los unos a los otros.

¿Cuánto tardará en pagar con la misma moneda quien es robado, o quien pierde a un familiar por un asesinato, por más justificación que este tenga?

Es cierto que un número nueve puede parecer un seis, dependiendo del ángulo desde el que se mire, pero un asesinato siempre será un asesinato. Las recientes disturbios en Charlotte, Estados Unidos, demuestran cuáles son los cimientos de una armoniosa coexistencia. Y eso no tiene nada de relativo.

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