No conozco Alemania. Del viejo (y seductor) continente solo he visto con mis propios ojos un puñado de ciudades españolas. Sin embargo, Alemania aparece en mi mente como un lugar romántico donde, desde hace siglos, personajes heroicos se baten en duelo contra las adversidades. Considero que el Fausto de Goethe tiene uno de los mensajes más iluminadores de la literatura. Y a la sombra de la unificación de la Alemania Oriental con la Occidental, leí novelas de John Le Carre, uno de mis autores preferidos de la adolescencia, y a Ken Follet. Conozco, en teoría, las ciudades más representativas de ese país. Y conozco, en teoría, a sus personas, porque la buena literatura, estoy convencido, refleja el alma verdadera de la gente.
Alemania es un país que respeto y al que miro con cierta reverencia porque, si algo me parece admirable en cualquier comunidad es el esfuerzo de autodeterminación. Eso es lo único que queda grabado en una conciencia personal que creo eterna; lo demás se vuelve polvo con los años.
Estoy a unas horas de abordar un avión con destino a la ciudad de Frankfurt, en Alemania. Formaré parte de un grupo de hará un recorrido temático sobre la importante feria del libro de esta ciudad, un grupo realmente variopinto, cuyo único denominador común, al parecer, es el mundo de las publicaciones. Lo integran ciudadanos de Angola, Argentina, Costa de Marfil, Chipre, Estonia, Etiopía, Hundría, Kosovo, Nigeria, Pakistán, Polonia, República de Kores, Rumania, Serbia, Singapur, Slovenia, Sudáfrica, Sri Lanka, Uganda, Venezuela, Vietnam y, por supuesto, Panamá. Debo la invitación al Ministerio Federal (Federal Foreign Office) que, a través de instancias libreras panameñas, integradas en la Cámara Panameña del Libro, y tras una entrevista realizada en la embajada de Alemania en mi país, sumó a este hombre que cree en el poder transformador de los libros, porque eso es esencialmente lo que soy. Las atenciones que se recibirán durante el recorrido serán del Instituto Goethe, encargado de recibirnos y guiarnos.
En el año 2014, y ese es el único antecedente del que tengo conciencia, un grupo centroamericano, con Sergio Ramírez a la cabeza y editores del GEICA (Grupo de Editores Independientes de Centroamérica), entre los que estaban Óscar Castillo (Costa Rica) y Rogelio Terán (Panamá), además de un puñado de escribientes, Warren Ulloa (Costa Rica), entre otros, a los costados, plantaron bandera en la promoción de los libros de esta región en el país Germano.
Alemania, entonces, es para mi un recuerdo de lo que no he visto nunca. Y me preparo para confirmar mis impresiones, vivirlas, grabarlas indeleblemente en la memoria. Alemania es un recuerdo que anticipo.