Test para saber si eres corrupto.

Hombres de negocios en espiral

Decimos irresponsablemente, egocéntricamente, que la corrupción es un pecado ajeno, que los políticos latinoamericanos son los corruptos, no nosotros. Pero hace poco tomé conciencia de que diariamente rozamos y, muchas veces penetramos, la esfera de lo corrupto. Relato un ejemplo personal. Fíjense.
Soy amigo de un abogado escrupuloso y burocrático. A pesar de lo agotador que puede resultar, no cabe duda de que es movido por un afán de corrección. Participamos en una organización no gubernamental y muchas veces debemos organizarnos dentro de un marco legal. Ante sus constantes indicaciones, me he sentido desesperado. ¿Es necesario que sigamos tantas reglas? ¿No podemos hacer esto de un modo más fácil? Y entonces fue que me di cuenta de que esta es la semilla del delito. Estaba a un paso de saltarme la cerca de los reglamentos. Así de fácil.
¿Exagero? No. He conocido personas que justifican el que nuestros políticos cobren porcentajes por facilitar trámites de empresas. Lo defienden con una convicción que hace dudar. Creen realmente que es legal, o por lo menos permisible, que se utilice el cargo público para alcanzar beneficios personales.
Pero el asunto es muy confuso. A estas alturas de mi argumentación (llevo dos artículos reflexionando sobre esto), he concluido con que el problema no es la ilegalidad, sino el mismo diseño de la ley.
Así que he decidido proponer un breve test para saber qué tan cerca estamos de ser corruptos. Date cuenta de lo que está realmente en juego. Las siguientes preguntas te permitirán examinarte.
1. ¿Te importan más los resultados que la manera en que los alcanzas? En otras palabras, ¿puede considerársete una persona maquiavélica? Cuidado, que no te guíe lo que debes decir sino lo que realmente sientes. ¡Contesta rápido! La mente es más lenta que la emoción y no queremos que te las ingenies para decir una mentira.

2. ¿Eres impaciente? Probemos esta sencilla prueba. Entra a una oficina gubernamental y presta atención a lo que ocurre en tu sistema digestivo. ¿Te duele el estómago en cuanto ves la impasible fila que está frente a la única servidora pública que atiende? ¿Te duele muchísimo el estómago en cuanto ves la impasible fila? ¿Te dan ganas de vomitar? Mientras más severa sea la reacción de tu organismo, más probable será que encuentres cualquier otro modo de realizar el trámite.
3. ¿Consideras que vigilantes que actúan al margen de la ley, como Batman o Spider Man o, incluso, el Chapulín Colorado serían necesarios en tu provincia o departamento? ¿Preferirías contactarlos a ellos que a un policía de tu localidad? Aunque tengas todas las razones para pensar como piensas, si optas por los vigilantes, estás muy cerca de caer en las garras de la corrupción.
4. ¿Has justificado, por lo menos en tu mente, que está bien pasar por alto un sistema defectuoso? Lo presento de otro modo, como decía mi madre cuando era niño, ¿si todos se están tirando del puente de las Américas, lo harías tú también? Si dijiste que no, lo siento, tienes tendencia a la corrupción, aunque no al suicidio.

5. ¿Sueñas con ser presidente? ¿Crees que tus ideas, aunque disparatadas, tienen más sentido común y humanismo que cualquiera de los puntos del plan de gobierno actual? ¿Crees que podrías mentir menos que el presidente de turno? Insisto: no se trata de que tengas razón, sino de tu apego a la ley. Si tus respuestas han ido en contra del orden establecido, perdón, estás cerca de corromperte.

Ojalá tus resultados hayan sido iluminadores. Y ya sabes, la corrupción está más cerca de lo que creías.

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