Podría ser mi imaginación, pero percibo algo de Villa y de Zapata en los jòvenes que andan por el centro tapatìo: piercings colgados del labio, los cabellos como relàmpagos azules. No son los piercings y el cabello, es que esos piercings y el cabello los distinguen. ¿La revolución mexicana se quedó? Misteriosamente, sì. A pesar de todo, sì. Y es que esos cambios que valen la pena, o que se orquestan con la inquebrantable resolución de que valen la pena, se quedan.
Ser quien quieras ser: esa es la cuestiòn…
Antes estuve en Manzanillo, despuès de pasar por un pueblo llamado Tangamandapio, el mismo – creo – que vio nacer al ficticio Jaimito el Cartero. Quizàs la carretera vuelva. Lo cierto es que, en pocos dìas, se llevarà a cabo el lanzamiento de los 25 Secretos literarios de Latinoamèrica…