Después de cuatro trasnochadas horas en avión y cinco en carretera, registro estas primeras lineas sobre mi viaje a México.
Estoy aquí en ocasión de presentarse la antología PUERTOS ABIERTOS (editada por el Fondo de Cultura Económica y coordinada por Sergio Ramírez), y la de EL FUTURO NO ES NUESTRO en su versión mexicana (presentada por SUR PLUS ediciones, impulsada por Tryno Maldonado y antologada por Diego Trelles Paz), y el lanzamiento de los 25 secretos literarios mejor guardados de América Latina.
Ahora estoy en Zamora, Michoacán, y antes estuve en Guadalajara pero solo por unas horas. El 21 regresaré a las calles tapatías, justamente después de pasar una semana en Manzanillo.
La primera impresión que tuve de México, ahora, es el de una calma enloquecida (la frase la estoy tomando de Frank Miller, específicamente de un diálogo de SIN CITY): el ombligo de una mujer que sueña con disparos. A quienes he encontrado me han dicho que en algunos rincones, la violencia campea.
Pero yo solo percibo, quizás inocentemente, magia.
Dormí en tierras tapatías y luego tomamos carretera hacia Zamora, Michoacán. Aquí seré padrino de comunión de mi sobrino, Paulo.
Ayer en la tarde comimos en el restaurante Los Tres Potrillos, propiedad de Vicente Fernández, según lo que me han dicho. No era la primera vez que iba. Ahí bebí tequila y escuché a un Mariachi que tocaba por diez minutos y paraba.
Es mi intención, entre uno y otro artículo sobre Manuel Antonio Noriega, registrar lo que México me susurre, cualquier cosa que pase…
Hoy reporto lo ocurrido hasta el momento. Clma: A TODA MADRE…