La independencia es la nueva demagogia

Las circunstancias actuales de nuestro país son únicas. Si bien hay evidencias de corrupción en nuestros sistemas de gobierno desde hace siglos, nunca había sido tan expuesta por los medios de comunicación como en la actualidad. Atestiguamos una verdadera campaña en contra de los políticos de estos tiempos. Y llamarse independiente, entonces, en circunstancias así, es lo mejor visto del mundo.

Con esta fácil bandera, varios candidatos presidenciales se han lanzado a la contienda electoral con mayor o menor suerte. Son ellos: Ana Matilde Gómez, quien fue procuradora de la nación y hoy es diputada de su circuito; Marco Ameglio, que fue parte del partido Panameñista por muchos años, además de que ha estado relacionado siempre con empresas y entidades de envergadura nacional; y Ricardo Lombana, empleado público en varias etapas de su vida, sobre todo, con gobiernos del Partido Revolucionario Democrático, PRD, y miembro de diversas organizaciones del país.

¿Estas personas son independientes? Quiero decir: ¿están separados realmente de los sistemas de gobierno que hoy se consideran guaridas de corruptos?

Se nos ha querido asegurar que, para gozar de verdadera independencia, basta con no pertenecer a ningún partido, pero si se lee de nuevo el párrafo anterior, no es difícil constatar que hay personas más independientes en el seno de los partidos. Es probable, además, que Nito Cortizo, quien tuvo que abrirse paso entre fuerzas políticas diversas para ser candidato por el PRD, e, incluso, renunció como miembro de un gobierno de su colectivo para mantenerse fiel a su propio juicio, haya demostrado más independencia que los candidatos que hoy se abrogan ese calificativo. También Saúl Méndez, visto desde este prisma, es un candidato independiente, ¿o no? Sobre los otros, no me atrevo a hablar.

Hagamos esta reflexión los votantes, para no caer en los mismos errores. Sí, los mismos errores, porque llamarse independiente hoy es la misma demagogia que antaño nos prometía resolver todos los problemas de desigualdad y pobreza de Panamá. Traigo a colación la definición de demagogia, según la Real Academia de la Lengua:

  1. f. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.
  2. f. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.

Hasta el momento, el único argumento con que estos presuntos independientes han ganado votos es asegurando, lo dije en otro escrito, que son independientes, y eso es todo.

Un ejemplo: hace una semana se llevó a cabo un foro sobre el tema que más me preocupa, la Cultura. Hubo entonces igual desconocimiento en Ana Matilde Gómez y Ricardo Lombana (Marco Ameglio no envió, ni siquiera, representants),  del que ha habido en los gobiernos de los últimos cuarenta años. Ricardo Lombana, incluso, volvió a la idea de unir deporte y cultura, idea que ya se debatió y desechó hace lustros. La única propuesta coherente fue la de Nito Cortizo. También he escuchado a Saúl Méndez hablar con solvencia, profundidad y acertadamente del tema, tengo que decirlo

En definitiva, si queremos un país mejor y no volver a arrepentirnos un mes después o a medio año de pasadas las elecciones, no nos distraigamos con cortinas de humo y observemos lo que los candidatos realmente ofrecen.

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