Si no puedes escribir, quizás sea por tu cuerpo (4)

En nuestra etapa primitiva, como cazadores y recolectores, nuestra alimentación era admirable.

Comíamos variados grupos alimenticios y no quedábamos mal nutridos por abusar de un solo tipo de comida.

Todo era orgánico, como se le llama ahora—pero entiéndase que lo orgánico no lo inventamos los seres humanos, sino que es el estado original e inmejorable de los alimentos, sin transgénicos y otras intervenciones humanas.

Así que, para saber si te estás alimentando bien, pregúntate si lo que te metes en la boca está en su estado original.

Una manzana, sin transgénicos, está en su estado natural.

También lo está un guineo (banana) nacida en un huerto.

Y los animales de granjas.

Cuando supe lo mal que me estaba alimentando, tomé medidas que tal vez te ayuden a ti también:

  1. Dejé de tomar café (el café provoca acidez y tiene entre sus ingredientes principales la cafeína, que es una droga que excita el sistema nervioso); lo cambié por infusiones, las cuales tienen incluso efectos benéficos, dependiendo de las plantas que la compongan. He encontrado fascinante un té que se llama Kava y una infusión que tiene, sobre todo, jengibre.
  2. Dos días a la semana, evito comer alimentos fritos o procesados (esta idea la tomé de un médico naturista que me atendió alguna vez, pero después descubrí que en Oriente hay personas que suelen ayunar regularmente)
  3. Compro productos que certifiquen en sus etiquetas que no tienen transgénicos (las siglas oficiales son NON-GMO, producto no transgénico)

Si tratas bien a tu cuerpo, tus procesos de pensamiento y tu resistencia física aumentará, es un hecho.

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