(En la foto aparecen Pedro Crenes, en primer plano, y Carlos Aguilar, al fondo)
Cualquier hecho o acontecimiento es percibido por nosotros basados en el lugar desde donde nos encontramos y por eso nuestra percepción del mismo, siempre va a estar influida por nuestras creencias, experiencias y maneras de ver el mundo, la metáfora de la flor y los dos Colibrís con los que inicia la obra de la que hoy hablamos, nos lo cuenta de bella manera.
Las invasiones logran realmente su objetivo, no cuando las tropas invasoras ocupan los sitios estratégicos del país invadido, sino cuando logran apoderarse de la mente, el alma y los sentimientos de los habitantes del lugar ocupado; no importa si esa masa está a favor o en contra del invasor, igual serán víctimas del previo y posterior bombardeo indiscriminado de ideas, valores y mensajes alienantes; que terminan haciendo que muchos se rindan meses o años antes de que se escuche la primera explosión, en palabras de Pedro Rivera «Ninguna guerra termina cuando termina o comienza cuando comienza».
Por eso la premisa de la que parte esta obra de Carlos Wynter Melo, cuando nos dice en la sinopsis de su obra: » Ella (refiriéndose a la protagonista de la historia) se percata de que la invasión respondió a intereses que rebasan el tiempo y el lugar, sus orígenes se remontan a una guerra anterior». Es esencialmente importante y le da fuerza a la historia y a sus personajes a la hora de analizar el contexto histórico en el que se desarrolla la novela.
Porque las razones reales de cualquier agresión de un país a otro, van mucho más allá de las que se esgrimen en los medios de comunicación, o las que comúnmente se dicen abiertamente.
Hay toda una guerra previa, en donde los líderes de los países que serán agredidos, pasan de ser «amigos» a dictadores y de dictadores a monstruos, en donde se afirma categóricamente q han descubierto armas químicas o atómicas en tal o cual lugar, sin presentar pruebas, pero que todos terminamos aceptando como un hecho verídico luego de una buena dosis de noticieros, nacionales e internacionales.
Y como en una sala de cine de los 70, abarrotada para la proyección de una película del oeste, la mayoría termina aplaudiendo cuando llega la caballería a acabar con los indios salvajes o ahora en el 2015 ovacionando al «francotirador» cada vez que acaba con un terrorista en el Medio Oriente, no importa si el supuesto terrorista aún no acaba la primaria.
Lo peor es que las invasiones armadas tampoco terminan cuando logran atrapar al dictador. Algunos de los cuales con mejor suerte van a la cárcel, ya que otros son colgados o lapidados, todo esto transmitido en vivo y a todo color por las grandes cadenas de medios de comunicación.
Frente a ésta manipulación mediática a la que somos sometidos, ¿cómo saber cuál es la verdad? ¿Cómo poder tener un punto de vista real de lo sucedido?
¿Es o no importante, entender las razones reales del saqueo, por ejemplo, durante los días de la invasión?
¿Fue realmente una acción espontánea o era parte del plan para golpear nuestros valores, nuestra conciencia e identidad nacional mientras la gente se mantenía entretenida robando todo lo que encontraban? menos librerías por cierto…
Cuanto de todo esto lo estamos pagando hoy; incluso, cuando hablamos de la intolerancia de unos con otros en el tráfico vehicular o de la violencia y la delincuencia en las calles.
Es por todo esto q la novela OJOS PARA VER UNA INVASIÓN, se convierte en lectura obligada de los que creemos posible construir una sociedad diferente, verdaderamente democrática y participativa.
No sabría si definirla como una novela de ficción o una novela histórica, si es esta una definición adecuada en literatura, así lo diríamos en el cine documental.
Ya que sus personajes podrían ser cualquiera de nosotros.
¿Por ejemplo, el doble del general, cuantos a finales de los 80, no hubiesen hecho cualquier cosa por ser este personaje, algunos que incluso ahora reniegan de ese pasado?
¿O la protagonista?
¿Cuántos y cuántas perdimos algo ese 20 de diciembre que aún no encontramos, algunos incluso 25 años después, ni siquiera son conscientes de su pérdida?
Cuantos seguimos esperando, sentados en el bar de la Vía Argentina, frente al mar, en el Casco Antiguo o en un centro comercial… Sobre todo ahí en un centro comercial, espacios en los que se desarrollan los encuentros o desencuentros de los personajes de esta novela, en su afán de recuperar eso que perdieron, perdimos o hemos ido perdiendo, porque cómo les comenté, ninguna guerra termina cuando termina….. ¿Será que esta habrá terminado?
O la seguimos viviendo día a día mientras continuamos escondiendo debajo de la alfombra los escombros, porque supuestamente ojos que no ven corazón que no siente.
¿Hasta cuándo vamos a postergar el verdadero análisis, investigación y discusión de lo que sucedió, incluso, desde la literatura?
¿Que habrá sucedido con la niña de 12 años, personaje de la «Primera Ausencia» (al inicio de la historia), y qué habrá hecho con el reloj de Chuchú?
¿Será que actualmente dirige una pandilla o tal vez ahora vende o compra productos con sobre costos para el estado?
Concluyo con la esperanza de que OJOS PARA VER UNA INVASIÓN sea material de lectura para todos los panameños, principalmente para los que nacieron después de 1989, ya que les permitirá conocer y entender, un punto de vista acerca de la última invasión a Panamá, así como el contexto en el que se desarrollaron algunos de los hechos históricos previos y posteriores a ésta.
Ya que Carlos Wynter Melo logra fusionar en esta novela, de manera magistral, lo real (como si estuvieras subiendo los escalones de un edificio llamado historia) con lo que aún no me atrevo a calificar como ficción.
Los invito a adquirir el libro, con la certeza de que lo van a disfrutar.