Cuba seguirá intacta en su esencia

P1000643Llego a Cuba en calidad de jurado del Premio Casa de las Américas 2014. Estoy por los libros, claro, pero además, me provocan curiosidad los cambios que ha anunciado el actual líder del país, Raúl Castro, y los efectos que pudieran tener. No he ido a Cuba desde el año 2011, cuando lo que vi no fue alentador.

A pocos minutos de haber descendido en la Habana, nos encontramos frente a cuatro jóvenes completamente desnudos, dos hombres y dos mujeres, habaneros blancos de veintitantos años. Cuerpos fibrosos, esculpidos, los de ellos. Ellas no han necesitado tanta disciplina: la juventud juega a su favor, caminan en la tarima como quien flota. Estoy en un teatro del Vedado. La compañía que representa la obra ha sido calificada por nuestros anfitriones como trasgresora. La obra lleva el nombre de Antigonón. El pasillo que divide los lados del anfiteatro tiene montones de botas militares.

Hay largos diálogos, colmados de cubanismos y gestos callejeros, en los que se habla mucho del hambre y de querer “papaya”, término con que se refieren a la vagina. En cierto momento, uno de los actores aparece vestido de soldado, cantando un bolero; en lo más culminante de la canción, se despoja del uniforme para transformarse en una suerte de travesti. La obra termina con los cuatro actores en uniforme escolar, recitando líneas que ironizan sobre la Revolución.

Yo no esperaba una crítica tan abierta. Pero, a la vez, me pareció que no habría ocurrido con una educación que no fuera la cubana.

A los pocos días, estamos en Cienfuegos. Es una isla dentro de una isla. El mar le rodea por tres costados y es difícil escuchar algo que no sea el sonido de las olas. Ahí trabo amistad con uno de los meseros del hotel, un hombre que pasa de los cincuenta años. Me cuenta, con un orgullo que no le cabe en el cuerpo, sobre la próxima incursión que hará en el mundo empresarial. Junto con un socio – Eric Nepomuceno ha dicho que el sociolismo es más importante en Cuba que el socialismo -, fundará un hostal en el que estarán hospedados turistas europeos y gringos. Se lo comenté a un escritor guajiro y le restó importancia. Son negocios pequeños, aseguró. Y con los impuestos que le cobrará el estado…

De vuelta en la Habana, una funcionaria de cultura, muy joven, accede a acompañarnos en una caminata por el Vedado. En cierto momento, la chica nos explica por qué el Vedado se llama Vedado. Exclusividad. Sobra decir que esta exclusividad duró hasta la llegada de Castro al poder. En el hilo de la conversación, aparecen los años difíciles del Período especial, años que fueron signados por la ausencia de los aportes billonarios de la Unión Soviética. Entonces aproveché para preguntar sobre los cambios recientes, cuáles habían sido los resultados. Me contestó con un seco: Llegaron tarde. Creía que debieron haberse implementado, incluso, desde el Período Especial. Su análisis tiene el profesionalismo de un economista curtido.

Me parece, de pronto, que la obra teatral y los posteriores encuentros con cubanos me han dado un solo mensaje: Cuba va a estallar. Pero con un estallido que la conservará en esencia, un estallido iluminado por una revolución cincuentenaria. Cuba, aunque altere su modelo, no se parecerá a ningún otro país.

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