La segunda vida de Ariel Barría

La muerte de Ariel Barría fue sorprendente. Me dicen que la causó un ataque cardiaco fulminante, pero hubo una razón más para que a mí me tomara desprevenido. Cuando hablé con él por última vez, aunque noté cierto cansancio en su voz, exhibía la actitud optimista de quienes vivirán por mucho tiempo. Luego lo vi, a lo lejos, llevando bolsas de supermercado en una mano y guiando a su hijo con la otra, como en cualquier día normal. Solo tuve una tenue advertencia en las palabras que dedicó a otro escritor. Estas líneas merecerían ser recordadas por su compasión hacia los demás, aunque ahora parecen hablar del mismo Ariel. Quizás delataron su preocupación por el futuro de nuestra literatura y lo que podría convertirse en su segunda vida.

Ariel fue generoso hasta el olvido de sí mismo; no hubo escritor que no lo conociera, proyecto literario al que faltara, presentación de libros en la que no tuviera participación y pocas son las publicaciones que dejó de prologar. Basta con ver el montón de fotos que han inundado el Facebook para confirmar lo que digo. Aunque la creación literaria se lleva a cabo en soledad, Ariel comprendía que la Literatura (así, con mayúscula) es comunidad.

Conmigo tuvo un gesto aún más generoso. Invitó a mi familia y a mí a visitar su terruño, las Lajas. Cualquier persona que recorra contigo los lugares de su infancia está compartiendo sus recuerdos más íntimos. En la noche playera, nos iluminó uno de los cielos más estrellados que he visto jamás. Por supuesto, Ariel no ocultó su orgullo por el que consideraba el lugar más bello de la bolita del mundo amén. Regresan a mi memoria el cielo luminoso y la sonrisa de Ariel entre las sombras y parece mentira que no volveremos a vernos como antes.

Pero lo mejor está por ocurrir. Algunas muertes nos sorprenden, pero la muerte no es una sorpresa. Todos, tarde o temprano, moriremos. Lo que debe ocuparnos es que Ariel siga con nosotros, tras una vida que sirvió de mucho. Lo que debe ocuparnos es que la obra de Ariel sea leída, recordada, que renazca Ariel Barría. Esa segunda vida será, también y un poco, el rebrote de un costado de nuestra cultura. La Literatura, no se olvide, cristaliza en forma de comunidad.

Antes de morir, Ariel envió un mensaje a Enrique Jaramillo Levi para reconocer su incansable labor literaria. En él anhelaba reconocimiento para Enrique—lo que es absolutamente necesario—, así como yo lo pido para Ariel ahora: reconocimiento para sus letras.

Ojalá en las ferias del libro, círculos de lectura, bibliotecas, librerías, editoriales estatales y representaciones culturales internacionales estén presentes los libros de Barría, un escritor que retrató Panamá con la calidad que reconocen los buenos cultores de la palabra y el cariño de los seres humanos transparentes. Ojos para oír, En nombre del siglo, El libro de los sucesos, La loma de cristal, Losa doce, Las canciones que el público nos pide y otros libros más de su autoría no deberían morir a la par de un cuerpo físico.

Un comentario

  1. Estoy de acuerdo y me comprometo con esta causa, porque además esta sí es una causa justa, su vida y obra merecen el reconocimiento público que él le dio a tantos. Ariel Barría supo dar a cada escritor insipiente una palabra de aliento, precisa y oportuna, que significó un incentivo para continuar por el sendero que nos marca la literatura y gracias a que supo ver en muchos de nosotros, más allá de lo evidente, hemos continuado por este camino sin rendirnos.

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