El vehículo que te transporta a diario, tu cuerpo, debe ser fuerte, flexible y saludable.
Puede ser que aún no lo sea, pero puedes lograrlo.
«Una vez que ajustas tu ritmo, lo demás viene por sí solo. Lo que sucede es que, hasta que el volante de inercia empieza a girar a una velocidad constante, todo el interés que se ponga en continuar nunca es suficiente».
Esto lo dijo Haruki Murakami en su libro De qué hablo cuando hablo de correr.
Y lo dijo sobre sus inicios como novelista y, también, como corredor.
Y me gustaría recurrir a otra frase de él:
«Al poco de empezar a correr no podía enfrentarme a distancias muy largas»
De los párrafos anteriores se desprenden dos verdades:
- El acondicionamiento de tu cuerpo debe desarrollarse poco a poco y sin pedirle más de lo que su momento le permite.
- Tus resultados serán fruto de la persistencia.
En resumen, no es lo que hagas, sino que lo hagas todos los días.
Si decides trotar, hazlo periódicamente.
Si eliges el yoga, no te pierdas las clases semanales.
Si caminas, hazlo todas las mañanas.
Esto tiene que ver con el hábito de la paciencia (creíste que ya no hablaríamos de él, ¿cierto?)
En la siguiente entrada, escribiremos sobre cómo te afecta lo que te metes en la boca.