El lobo acecha en la oscuridad

Alex Lovera, diseñador y amante de la literatura que actualmente radica muy cerca de Boquete, Chiriquí, tuvo no solo la gentileza de presentar mi libro, LOS GRANDES DIENTES DE LA CAPERUCITA, en mi reciente visita a la Biblioteca de Boquete, sino que también redactó este texto sobre lo que fue para él la lectura de esta novela. AGRADECIDO.

Una de las experiencias más gratificantes como lector, es aquella donde un libro te atrapa desde la primera página e intentar despegarse de éste hasta el final sea una tarea difícil, y la novela del escritor, Carlos Wynter Melo, por la que ha sido ganadora del premio de literatura Ricardo Miró 2024, sin duda es una de ellas. A partir del primer párrafo el autor nos sumerge en una aventura trepidante hacia las más profundas fauces del lobo; la prostitución y la vulnerabilidad de una juventud actual que debe enfrentarse a una sociedad corrupta, llena de vicios y sometimientos, y es allí donde su ambiguo título, “Los grandes dientes de la Caperucita”, lejos de ser una reinterpretación del famoso cuento de Charles Perrault, nos presenta un panorama oculto en las citadinas sombras de la noche que se alimenta, como en muchas otras grandes urbes, de excesos, abusos y violencia.

Sus personajes viajan en realidades paralelas entre el sopor de la cotidianidad y la vida nocturna de lujuria y adicciones bajo luces de neón, donde se esconden identidades bajo nombres como Mary Shelley, una de las protagonistas, que evoca a la creadora del reconocido monstruo de la ficción popular, o Jack London, otra figura de las letras que enriquece la oscura atmósfera. Podría decirse que la ilumina con el brillo de aquellas obras de la literatura clásica, como un guiño que nos invita a regresar a esas páginas de creaciones únicas y fascinantes; el ‘colmillo blanco’ que desgarra la inocencia, o el ‘Frankenstein’ que desmiembra cuerpos para saciar obsesiones. Las interpretaciones son muchas y la fantasía se abre camino gracias a los cuentos infantiles y las leyendas tradicionales que recrean en otro de sus personajes, la imaginación y quizás delirio que la llevan a una aventura trepidante por liberar a una niña de ser devorada en su totalidad por el flagelo del proxenetismo.

Toda heroína cabalga siempre de la mano de un escudero, que en este caso es el anónimo con todos sus nombres, defectos y virtudes. Somos el vaquero de las historietas de la cultura pop gringa, con su sombrero y sus botas, dispuesto a rescatar la doncella de las garras del villano. Somos el Watson que sigue las pistas, recogiendo las migas de pan por el camino seguro a casa. Personajes van y vienen en un juego alucinante cuando cruzamos el espejo y el nocturno espectro invade nuestros miedos, producto quizás de la sobreprotección parental, la ingenuidad y los prejuicios construidos por el engaño. Modelos artificiosos del consumismo que crean falsas apariencias. El dinero fácil, la libido instrumentada. Siempre el lobo al acecho.

La obra de Carlos Wynter Melo nos sacude ante un tema sensible que indaga la explotación y el poder, los miedos y abusos, el deseo y las adicciones, en una trama que deja un hondo vacío de impotencia, como el epicentro de una espiral infinita cargada de impunidad en esta sociedad de infancias frágiles y desprotegidas que se levanta en medio de muros de cemento y cristal, murallas donde nos resguardarnos de los gritos clamorosos de las víctimas de la noche.

Deja un comentario